El pasado sábado 30 de agosto se celebró en el Hotel Barceló Formentor de Mallorca la entrega del Premio Formentor de las Letras al escritor Enrique Vila-Matas por su trayectoria y su obra. Por segundo año consecutivo, he tenido el placer de asistir a dicho evento invitada por Marta Buadas, miembro de la familia que patrocina el premio, junto a alrededor de 300 invitados del mundo de la cultura, la política y la empresa. Asistir ha supuesto una experiencia única para mí, primero por tener la oportunidad de relacionarme y formar parte de un evento cultural de tal magnitud, y segundo por la ubicación privilegiada del boutique hotel.
Para quienes no lo sepáis, el Premio Formentor de las Letras se concede anualmente desde 1961, impulsado por la editorial española Seix Barral, con la colaboración de varios sellos extranjeros y los propietarios del Hotel Formentor, que en aquella época era un importante foro literario. Entre los años 1968 y 2010 no se convocó, y a partir del 2011 se impulsó de nuevo por el hotel y por las familias Barceló y Buadas. Carlos Fuentes fue el primer autor en recibir el premio aquel año, inaugurando así la segunda temporada del galardón; a él le siguieron Juan Goytisolo (2012), Javier Marías (2013) y, por último, Enrique Vila-Matas (2014).
En esta cuarta edición, el presidente del jurado, Basilio Baltasar (editor, escritor y periodista), dio inicio al acto leyendo el acta del jurado, compuesto por el propio Baltasar, Cristina Fernández Cubas, Eduardo Lago, Aurelio Major e Ignacio Vidal-Folch, quienes han reconocido por unanimidad la originalidad y la elegancia literaria con que Vila-Matas ha renovado los horizontes de la novela. Además, aportan los motivos que les han llevado a tal decisión por escrito en un cuadernillo disponible en el hotel, lo cual llama mucho la atención, ya que normalmente no suelen facilitarse de forma gráfica las conclusiones individuales por las que se concede un premio a un autor.
Durante el acto disfruté del discurso del galardonado, del cual destaco lo siguiente: Narro desde la sospecha de que el único camino abierto a la creación es aquel que es consciente de la imposibilidad de narrar y de que sólo de la pulsión negativa puede surgir la escritura por venir.
Tras la entrega del premio de la mano de Marta Buadas, pudimos disfrutar de un cóctel servido junto a la piscina del hotel y amenizado por un cuarteto de cuerda.
Como colofón de la expeciencia, al día siguiente me llevé una grata sorpresa al descubrir que mi nombre aparece en la crónica que M. Elena Vallés hizo del evento en el Diario de Mallorca. Es en momentos como éste que empiezas a sentirte un poco en el mundillo literario a pesar de ser novel, y a creerte un poco más que eres o vas camino de ser escritor/a.
Oye, pues no entendí el trocito ese que destacas del discurso, me queda mucho por aprender 🙂 Biquiños!
Hola, Mandy. Ese trocito forma parte de toda una parrafada, por supuesto, pero creo que cada uno tenemos que llevarlo a nuestro terreno personal para interiorizarlo y aplicarlo a nuestra propia experiencia, al menos es lo que yo he hecho 😉
Besos