Tenía un especial interés en la lectura de esta novela desde que conocí a su autora en la pasada Feria del Libro de Madrid. Aquel día estaba bastante indignada al ver las casetas de los autores más mediáticos (por decirlo de algún modo) hasta arriba de gente haciendo cola para que les firmaran, y las de los autores noveles, o menos conocidos, aparentemente vacías. En una de esas casetas descubrí este libro cuyo título me llamó poderosamente la atención, desde el principio me dio que pensar que no se trataba de una historia convencional. Por eso me acerqué y charlé un momento con la autora, leí la sinopsis y dudé si hacerme con la novela o no, más que nada porque tengo muchas lecturas pendientes y no sabía por cuál de las obras que había ojeado en la Feria decantarme. Al final decidí conocer ese amor que nos vuelve malvados, y ahora que he terminado la novela me alegra haberme dejado guiar por mi instinto. Además el hecho de haber charlado con Marina Sanmartín y que me lo firmara, y poder intercambiar impresiones con ella a través de las redes sociales, lo hace más especial.
Sinopsis: ¿Son piadosas las mentiras de quienes nos aman? Sara y Eduardo son una pareja joven que lleva una vida aparentemente feliz hasta el día en que ella presencia la muerte de un mendigo en el metro. Pero, ¿es eso lo único que ha sucedido? Desde ese día, Sara tiene que someterse a tratamiento psiquiátrico y la relación entre ella y Eduardo sufre una paulatina y maquiavélica transformación, donde cuidador y víctima a veces se intercambian los papeles. Todo se complica con el regreso a la casa de al lado del vecino de ambos, el doctor Jeremías Prun, médico especialista en anatomía. Inevitablemente, Sara siente que solamente Jeremías podrá liberarla del peso que oprime su vida desde el día del incidente.
La sinopsis empieza muy fuerte con la pregunta “¿Son piadosas las mentiras de quienes nos aman?”, pero si hay una frase que me llamó especialmente la atención y la cual recalcaría para que os hagáis una idea de cuán malvado puede llegar a convertirse un amor aparentemente normal es esta: “la relación entre ella [Sara] y Eduardo sufre una paulatina y maquiavélica transformación, donde cuidador y víctima a veces se intercambian los papeles”. Para mí el punto fuerte de la historia reside en esta descripción. Estamos acostumbrados a leer sobre el amor romántico, el platónico, incluso el masoquista, y a veces nos cuesta reconocer cómo de malvada puede llegar a convertirse una relación por ambas partes, sin maltrato psicológico ni físico, sino con nuestras actitudes, nuestro egoísmo, nuestra indiferencia o la falta de ella, y que esto sea mucho más habitual de lo que creamos, incluso que lleguemos a comprenderlo.
A través de una prosa ágil y concisa, directa al grano y llamando las cosas por su nombre, Marina Sanmartín nos pone en antecedentes sobre la relación al uso de la pareja protagonista y nos hace espectadores, a través de pinceladas muy concretas a lo largo de la obra, de su transformación a raíz de un incidente que cambia por completo la vida de Sara y como consecuencia también la de Eduardo. Uno de esos hechos aparentemente fortuitos que marcan un antes y un después, y que en este caso además abren un enorme abismo no sólo en la relación sino en la forma de amarse, algo que no se nos hará en absoluto ajeno ni inverosímil sino todo lo contrario.
Jugará un papel muy importante el personaje del doctor Jeremías Prun, muy perfilado, coherente de principio a fin y de gran peso. Sería la congruencia y la rectitud frente al caótico mundo de Sara y la frustración de Eduardo. También me ha gustado la aparición de Consuelo, que nos muestra su punto de vista sobre el doctor como narradora indirecta.
En definitiva, me ha resultado una novela muy intensa que ahonda en nuestro lado más realista y egoísta de concebir el amor, de esas historias que te hacen pensar durante y después de conocer el final. Te podrás sentir identificado o no, pero sin duda estarás de acuerdo con cada uno de los personajes.
Todo el que sufre está enfermo, dice la autora a través de uno de sus personajes, y yo creo que tal vez ahí es donde reside la faceta oscura del amor.