Hoy es 20 de abril, y en muchas redes sociales los internautas están colgando la famosa canción del grupo vallisoletano Celtas Cortos; es inevitable que tanto el título como la letra nos produzca a muchos nostalgia o morriña, que una fecha como hoy nos haga tararear esa canción, al igual que sucede cuando llega el 7 de septiembre. Canciones que nos han marcado…
Sin embargo, hasta hace poco yo siempre recordaba esta efeméride por otros motivos, también musicales pero sin ninguna canción en concreto.
Un 20 de abril conocí a un grupo de personas con las que viví una de las mejores etapas de mi vida. Fue gracias a la música pero sobre todo a las serendipias que nos llevaron a cada uno a estar aquel día allí, en aquel sitio concreto, mirándonos entre nosotros porque no nos conocíamos de antes. El destino, o lo que fuera, nos unió, y durante una larga temporada fuimos inseparables, una pandilla divertida que compartía aficiones comunes, que vanagloriaba a un grupo musical, que quedaba con frecuencia. Creo que aquello duró poco más de un año pero para mí fue inolvidable, no solo por los días de ensueño, las risas o el sentir que tenía algo así como varias almas gemelas, sino también, y sobre todo, porque en aquel grupo forjé una de las amistades más fuertes y duraderas que había tenido hasta el momento.
Aquella amistad en concreto con el tiempo se fue enfriando, pero ese es un tema aparte. Me quedo con lo que significó para mí. Y por eso, durante muchos años, seguí conmemorando el 20 de abril como un aniversario especial.
En cierto modo aún lo sigo haciendo.
Así que no voy a cantar la canción de Celtas Cortos hoy, sino otra muy distinta que marcó aquel 20 de abril de 1994 para siempre en mi corazón.