El proceso de creación de una novela es bastante complejo y sobre todo muy personal, sin embargo hay un punto principal y común que es lo que nos lleva a coger el bolígrafo o a abrir una hoja en blanco en el editor de texto y empezar a escribir: estoy hablando de la inspiración.
Creo que hay muchas formas diferentes de inspirarse, y que a lo que uno le puede ayudar a escribir a otros a lo mejor le entorpece, lo que a una persona le puede inspirar tal vez a otras no les diga nada. En mi caso a mí me suele ayudar mucho la música, pero no solamente la base instrumental sino también la letra, en definitiva una canción en su conjunto: desde la voz hasta la melodía pasando por la forma de cantar, y ya no tanto lo que dice la canción sino lo que me transmite. Ha habido ocasiones en las que escuchando la radio de pronto alguna canción ha provocado que broten imágenes en mi cabeza como si de fotogramas sueltos se trataran, son ideas que surgen y que pueden desembocar en una historia o no, pero ahí están. Me encanta cuando me sucede algo así. La verdad es que a veces intento provocarlo, escucho alguna canción que me gusta en particular, cierro los ojos y dejo que mi imaginación vuele. En algunas ocasiones funciona y en otras se queda en simples ensoñaciones. Pero esos pequeños brotes de creatividad hacen que mi cabeza esté funcionando constantemente y que a veces den vueltas sobre alguna idea de forma frenética hasta que consigo crear un pequeño mundo a su alrededor.
Hay gente que se inspira leyendo a otros autores, captando ideas de aquí y allí, dejándose influir por lo que lee; también hay gente que rehace historias y crea submundos sobre otras narraciones como si de remakes de películas se trataran (son los llamados fan fics); o gente que busca la inspiración en el silencio, en la meditación, en el campo, en cualquier parte… Creo que cada uno se crea su burbuja particular dentro de la cual se deja mimar por esas musas caprichosas que no siempre aparecen cuando queremos.
En internet, y sobre todo a través de blogs, se pueden encontrar numerosos trucos y consejos para poder invocar a la inspiración, algunos de los más comunes son:
- Leer mucho sobre temas que te despierten curiosidad.
- Buscar cosas que te inspiren.
- Observar a tu alrededor.
- Encontrar un lugar donde te sientas cómodo para escribir.
- No temer dar rienda suelta a tu imaginación.
- Apuntar las ideas que vayas teniendo y hacer una lista de ellas.
- Hacer garabatos y escribir palabras sin sentido en una hoja hasta que vayan tomando forma.
- Marcarte un horario para escribir.
No sólo es importante captar ideas y dar vueltas sobre lo que nos ronda por la cabeza, también es fundamental encontrar ese lugar donde escribir nos resulta más cómodo, tranquilo, nos relaja y por supuesto nos ayuda a encontrar la inspiración. Con respecto a esto solemos tener nuestros propios hábitos de escritura relacionados con ese lugar adecuado (ya sea en nuestra casa o en algún sitio de nuestro gusto) en el que sentimos que las palabras fluyen con más naturalidad. Creo que cada cual en mayor o menor medida sabe cuáles son las condiciones óptimas para que su mente eche a volar, porque aunque muchas veces las ideas nos sobrevienen donde y cuando menos lo esperamos, tenemos que intentar provocarlas para que acudan a nuestra cabeza. El transformarlas en palabras sobre una hoja en blanco ya es otro cantar.
Yo solía escribir en la habitación de mi casa y a mano sobre un cuaderno, la soledad y el silencio siempre me han ayudado a que las ideas hirvieran en mi cabeza. Con las nuevas tecnologías, sobre todo desde que hago uso directamente del ordenador y de los programas de edición para escribir, creo que he perdido un poco ese hábito que había adquirido durante años, me he tenido que amoldar a las nuevas circunstancias y, sinceramente, creo que no escribo lo mismo sobre un cuaderno en blanco que en un nuevo documento del editor. ¿Por qué? Tal vez porque sobre el cuaderno garabateaba mis pensamientos aunque no tuvieran sentido, anotaba palabras, dibujaba, tachaba (sobre todo tachaba)… y en un documento en blanco ante mí en la pantalla del ordenador siento que debo escribir frases coherentes, algo definido, escribo y corrijo, leo y modifico. Es decir, creo que en cierto modo se pierde la frescura y la pureza del proceso de elaboración, porque se va borrando ese proceso. Y con esto, la inspiración, al menos para mí, también varía.
Ya que el proceso creativo está sometido a estas influencias que pueden modificar nuestra inspiración, cada uno tendemos a buscar aquellos lugares, momentos, circunstancias, en los que parecen que es más fácil que las palabras afloren. De hecho, cuando creemos haberlo encontrado, se puede convertir en un pequeño truco para llamar la inspiración.
Un sueño hasta ahora platónico y que espero algún día poder realizar, es tener unos días (al menos una semana) de retiro en algún lugar apartado como un hotel rural, una casa en un pueblo, etc, donde poder alejarme de todo, desconectar completamente, y dedicarme a la contemplación y a rellenar documentos en blanco (a mano o en el ordenador). Tal vez sea el sueño de cualquier escritor, o tal vez no, pero en mi caso sería un gran ejercicio de “desintoxicación”, reflexión y reinicio, como si de un sistema operativo me tratara. Se trata de la necesidad de aislarse durante unos días de los problemas, las responsabilidades y sobre todo de las nuevas tecnologías para sentir que lo único que puedes hacer esos días es relajarte y escribir. ¿Quién no ha sentido la necesidad de hacerlo alguna vez?
Eso, ¿quién no ha sentido esa necesidad? Me parece un planazo 🙂 Biquños!
Pienso que la inspiración no se busca, viene sola, por eso siempre me ha gustado esa frase de Picasso que dice “La inspiración existe, pero tiene que encontrarte trabajando”.