Este fin de semana he podido hacer una escapada a Madrid, y como cada vez que voy he dado un paseo por el centro de la ciudad para disfrutar de sus calles, la gente, el ambiente, el color, el olor… en fin, de todo lo que me gusta (y también de lo que no) de mi ciudad natal. Lo bueno de llegar a primera hora (y cuando digo primera me refiero a las 8 de la mañana), es que puedes aprovechar muchísimo el día, y eso es lo que hice. Tras desayunar con una amiga en su casa, decidí irme al centro, macuto a la espalda inclusive, para realizar un tour espontáneo de los míos. Nunca me ha importado pasear sola por Madrid, de hecho esta soledad me permite improvisar los recorridos a mi antojo según se me vayan ocurriendo, sin tener que sugerir o proponer, simplemente dejando que mis pies y mis impulsos me dirijan.
Tenía pensado ir en Metro hasta Gran Vía pero decidí apearme en la estación de Ópera y empezar mi visita en la Plaza de Isabel II, continuar por el Plaza de Oriente y pasear por los Jardines de Sabatini, en donde estuve haciendo unas fotos y descansé un poco.
Continué por el Palacio Real, la catedral de la Almudena y en la calle Bailén bajé por la escalinata del fotógrafo Alfonso para poder observar por debajo el Viaducto de Segovia. Después me dirigí hacia la Plaza Mayor, parándome primero a fotografiar la Plaza de la Villa y el Mercado de San Miguel (reconvertido a zona gourmet). Una vez en la antigua plaza de la Constitución, decidí que no podía hacer nada mejor en aquel momento que tomarme una relaxing caña de cerveza in Plaza Mayor, y ya que iba a darme tal capricho, qué mejor compañía que una bocata de calamares en la calle Toledo.
Paseando por la calle Postas llegué hasta la Puerta de Sol, allí fotografié el recién restaurado cartel de Tío Pepe, el kilómetro cero, la casa de Correos y la escultura del Oso y el Madroño. Tras tomar un café, continué paseando por la calle Preciados hasta la plaza de Callao.
Llevaba días planeando hacerme una fotografía en un punto que había descubierto gracias primero a una vieja amiga, Gema Vicente, y después a una conocida del Facebook, Aina Vallespir. Se trata de la planta novena del edificio de El Corte Inglés, donde han hecho una zona gourmet (con restaurantes y todo) y desde donde se puede disfrutar de unas magníficas vistas de la ciudad; allí mismo hay una ventana en donde se puede observar la plaza de Callao y donde mucha gente se fotografía con el famoso cartel de Schweppes y el cine Callao. Yo no podía ser menos.
Este era el final del camino que había decidido aquel día, de hecho tras las fotos en aquella planta me sentí de pronto agotada. Ya era media tarde, hora de irse a casa 12 horas después de haber salido en avión desde Mallorca. Así puse el punto y final a aquel día tan redondo en el que pude saborear Madrid como hacía mucho que no hacía.
4 comentarios en «Saboreando Madrid»
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Cómo reconforta pasear por la ciudad natal. Te entiendo perfectamente porque a mí me pasa cuando voy a Huelva.
Seguro que los has disfrutado de lo lindo y vienes con las pilas cargadas.
Un beso.
Cómo me entiendes, jeje ^_^ He disfrutado mucho, ¡estoy deseando volver! (y eso que mientras escribo este comentario aún estoy aquí…)
Besos, morena.
Eso de pasear sola por Madriz y hacer fotos no sé a que libro me recuerda… Me alegro de que lo hayas pasado bien. Biquiños! P.D.: Por cierto, creo que nunca he llegado a decírtelo, pero me encanta la forma en la que se presenta el captcha de comentarios 😛
Reconozco que hice una imitación espontánea de la protagonista de mi novela, aunque cambiando la cámara reflex por el móvil -_-
Me alegra que te guste el captcha 🙂
Besos