Así, como suena; es verdad, desde hace años, y en cierto modo siempre lo he sido, aunque a simple vista no lo parezca. Quién me iba a decir hace años cuando miraba aquella foto de aquel maxi-single en el que aparecían cuatro ¿punkies? con pelos cardados, maquillados y con “pintas”, cuando miraba aquella foto con fascinación pero también con miedo e incomprensión, que años después me proclamaría Pegamoide.
Pero ¿qué es Pegamoide? Según la RAE, se trata de “celulosa disuelta con que se impregna una tela o papel y se obtiene una especie de hule resistente”. Desechando esta definición porque prefiero quedarme con la ignorancia de todos estos años, es decir: sin saber si tenía un significado real, de lo que sí estoy segura es de lo que significa para mí, porque me apasionan los años de La Movida, me habría gustado haber podido vivirla como adolescente y no desde la infancia. Me crié con La Bola de Cristal, observando y escuchando ensimismada a aquella bruja llamada Alaska y a todos los personajes que pasaban o eran asiduos de aquel programa ¿infantil? Era muy fan de los Electroduendes, de sus frases (que repetía hasta la saciedad), de la música, de la familia Monster y de las frases cargadas de intencionalidad (muchas de ellas ensalzando la cultura) que aparecían como cortinillas de continuidad entre bloque y bloque.
Hace poco leí un post muy acertado que hablaba de por qué hoy en día es inconcebible emitir un programa como La Bola de Cristal, y me di cuenta de cómo ha cambiado todo en estos años pero sobre todo me pregunte por qué. Por qué aquellos que crecimos con aquel programa nos hemos convertido en adultos tan llenos de prejuicios, tan (a veces) intolerantes, tan cerrados, tan “sensibles” a cualquier cosa que no siga ciertos criterios que creemos correctos o proclamamos como verdaderos. Por qué, de hecho, generamos y alimentamos de forma exacerbada ciertas polémicas. En qué momento hemos abandonado aquel sentimiento de libertad, expresión cultural, apertura al mundo y revolución. Como @borjateran escribe en el citado post: “Tenemos las redes sociales, sí, una gran ventana al mundo, pero a la vez hemos sucumbido a la vorágine del extremismo de lo políticamente correcto, que atropella y desvirtúa casi todo”.
Por eso, quiero ser Pegamoide porque me gustaría revisitar aquellos años de explosión, reivindicación y modernidad y traerlos a este presente en el que estamos retrocediendo a un pasado mucho más lejano. Quiero ser Pegamoide porque quiero recuperar la frescura, porque yo misma me he dejado llevar por el alarmismo y la demagogia, porque quiero cambiar parte del mundo que me rodea (mi mundo) con palabras y música y fotografía y dibujos y color. Porque estamos llenos de brujas Avería que han perdido la gracia. Porque unos trols secuestraron a los Electroduendes y necesitamos rescatarlos.
Quiero ser Pegamoide porque me paso el día bailando y los vecinos mientras tanto no paran de molestar.
Me encanta este post, me siento identificada porque yo también soy una mujer fruto de esa época. Alucinaba con La bola de cristal y con todos los que salían, ya fueran personajes reales o animados. De hecho mi infancia-adolescencia punk viene de ahí: recuerdo que me pintaba los labios de color negro, me ponía laca verde en el pelo, me lo corté con cresta, después rapado… En fin, la vena punk me viene de ahí, y cómo me gusta que sea así.
Gracias por traerme estos recuerdos, que, por otro lado, tengo muy presentes.
Un beso.
Gracias a ti por tu comentario ^_^ Me alegra comprobar que sigue habiendo muchos Pegamoides (en sentido metafórico) por ahí sueltos, porque muchos, quizá demasiados, de nuestra generación se han olvidado muy rápido de todo aquello, de lo que aprendimos y vivimos. Yo aunque nunca saqué mi lado punk a nivel estético (por condicionamientos tanto externos como internos), pero siempre lo he llevado dentro.
Nota: he tenido que acortar el comentario, me he emocionado tanto que por poco escribo una segunda parte del post xD
Un beso, morena