Hasta hace pocos años, cuando leía una distopía no era consciente de que lo estaba haciendo. Me explico: me gustaba el género y el tipo de historia pero no sabía que tenía un nombre determinado, que se podía englobar bajo un término. Para mí eran historias de suspense, thrillers, novelas futuristas…
Fue gracias a las redes sociales, y en concreto a una persona a la que conocí por Twitter, Sarah Degel, que descubrí no solo el término sino los títulos de las novelas clásicas que pertenecen a dicho género. Muchas de ellas las había leído.
¡La distopía es Ciencia Ficción!
Investigando un poco más, un poco frustrada por que la Real Academia de la Lengua no contemplara la definición (según su perfil en Twitter lo incluyeron en 2014, pero yo no he llegado a verlo hasta este mismo año), me fui empapando de las características que definen la distopía. Para mi sorpresa, además, descubrí que pertenece al género de la Ciencia Ficción.
Y digo “para mi sorpresa” porque durante mucho tiempo he tenido cierto prejuicios con respecto a la CiFi: desde pequeña, con tan solo oír el término se me venían a la cabeza películas del espacio, naves, marcianos, historias futuristas en las que la tecnología y los androides predominan. ¡Pero hay mucho más que eso…! No solo me admiró que la Ciencia Ficción abarcara muchos subgéneros que me gustan sino que, además, la sorpresa fue mayúscula cuando fui consciente de que yo misma escribía ciencia ficción.
Muy bien, pero ¿qué es la distopía?
Según la Rae (¡por fin!), distopía es la «representación ficticia de una sociedad futura de características negativas causantes de la alienación humana». Y según la web significados.com, se trata de lo «opuesto a utopía. Como tal, designa un tipo de mundo imaginario, recreado en la literatura o el cine, que se considera indeseable. La palabra distopía se forma con las raíces griegas δυσ (dys), que significa ‘malo’, y τόπος (tópos), que puede traducirse como ‘lugar’».
Así, pues, una distopía sería una antiutopía, una representación imaginaria de una sociedad del futuro cuyas características son indeseables, es decir: un futuro desalentador y apocalíptico.
Entre el realismo y la distopía
Mi género literario predominante, aquel en el que me desenvuelvo mejor a la hora de escribir, siempre ha sido el costumbrismo, porque, atendiendo a su definición, escribo relatos que reflejan las costumbres e historia de una época en concreto, casi siempre en una época actual. Pero no con tintes ni pretensiones históricas sino que enmarco mis tramas en la actualidad para contar «algo» dentro de la realidad cotidiana, preferentemente una historia de suspense. Quizá por eso sería más correcto delimitarlo dentro de la novela realista, sin embargo prefiero llamarlo género urbano.
No sé en qué momento empecé a sentir fascinación por el género distópico. Leí obras como 1984, de George Orwell, y me encantó la temática: un futuro (a veces no tan lejano) en el que vivimos en una sociedad aborregada, bajo el mandato del totalitarismo, o cegados y esclavizados por las nuevas tecnologías… Un futuro que no es en absoluto ideal.
Hace unos días te hablaba de uno de mis escritores de cabecera: José Carlos Somoza, cuya mayoría de obras son de terror, ciencia ficción y más concretamente distopías.
Y como te adelantaba hace unas líneas, yo misma escribo historias de ciencia ficción, cada vez con más asiduidad. Descubrí que me sentía muy cómoda y me fascinaba escribir antiutopías cuando me aventuré con mi primer relato distópico: Neurogénesis, que después, en 2015, se convertiría en novela. Pero no es mi única incursión en el género: releyendo antiguos relatos, muchos de los cuales incluí en Lo que encontré en un cajón, he descubierto que me movía entre el suspense, el realismo y la distopía. También he tenido una incursión en el género zombi, dentro asimismo de la ciencia ficción.
Igualmente me encanta el cyberpunk, de hecho mi último relato publicado, Estela, incluido en la antología Quasar 2 de la editorial Nowevolution, lo es.
Novelas distópicas
Son distopías sagas recientes y juveniles como Los Juegos del Hambre (Suzanne Collins), El corredor del Laberinto (James Dashner) o Divergente (Veronica Roth).
Entre los clásicos, encontramos Nosotros (Yevgueni Zamiantin), 1984 (George Orwell), Un mundo feliz (Aldous Huxley), Fahrenheit 451 (Ray Bradbury), La Carretera (Cormac McCarthy) y El cuento de la criada (Margaret Atwood), entre otros títulos.
Y en nuestro país, son fascinantes distopías novelas como El cebo (José Carlos Somoza), Lágrimas en la lluvia y su segunda parte El peso del corazón (Rosa Montero), Mecanoscrito del segundo origen (Manuel de Pedrolo), Tu viaje a Irlanda (Diego de Cora), Nos mienten (Eduardo Vaquerizo) o mi novela Neurogénesis.
¿Y a ti, hay alguna novela distópica que te hipnotice en particular?
3 comentarios en «¿Te gustan las distopías?»