Quiero contarte cómo fue mi primera vez, pero me es difícil describirla, ser capaz de plasmar las sensaciones, los sentimientos, las palabras que acudieron a mi cabeza de una forma un tanto abstracta. ¿Cómo reproducir todo eso?
Lo primero que puedo reconocerte es que me sentí muy rara, como si fuera una intrusa, y tuve ganas de salir corriendo, de huir. Como una cobarde. Sí, me acobardé, lo confieso. ¿Sabes por qué? Pues por el maldito síndrome del impostor. Por eso y porque tuve miedo de no estar a la altura. Miedo incluso a hacer el ridículo. Miedo a ser invisible. Y al mismo tiempo, deseé desaparecer. Es contradictorio, pero al mismo tiempo no lo es.
Porque allí estaba yo, en el interior de una caseta, en la famosa e histórica Feria del Libro de Madrid. Ese había sido mi sueño durante muchos años, desde que publiqué mi primera novela.
Pero empecemos desde el principio, para ponerte en contexto.
La FLM, ¡por fin!
Del 10 al 26 de septiembre tuvo lugar la 80ª Feria del Libro de Madrid y fue una edición bastante insólita por diversos motivos:
- Se celebró en septiembre en vez de entre mayo y junio
- Por primera vez hubo aforo, fijado en 3.900 personas máximo, es decir: se redujo un 75%, por las medidas sanitarias derivadas del covid-19
- El aforo se mostraba en tiempo real para mayor control
- Se redujo el número de casetas a 320
- Los estands cerraban a mediodía, entre las 14 y las 17 horas, a excepción del último fin de semana, donde hubo horario ininterrumpido de 10.30 a 21 horas
- Tendría que haber sido la número 81, pero en 2020 no se celebró como consecuencia de la pandemia del coronavirus
A pesar de todas las medidas sanitarias y de que se aconsejara que solo fueran quienes iban a comprar, la Feria fue un éxito de visitas, con un total de 380.000 visitantes, según datos de la web oficial. Hubo aforo completo muchos días, sobre todo los fines de semana, de hecho algunos visitantes tuvieron que hacer varias horas de cola para poder acceder.
Hubo un total de 4.500 actos de firmas y 1.700 firmantes, entre los cuales me incluyo. Sí, este año ¡por fin! he podido firmar.
Mi gafe con la Feria
Publiqué mi primera novela, Fotografiar la lluvia, en junio de 2013, justo recién clausurada la Feria del Libro de Madrid, muy a mi pesar. Aunque si te soy sincera, ese año no estaba muy hecha a la idea aún de que cabía la posibilidad de firmar en una cita tan importante, aún estaba subida en la nube de «mi primera publicación». En donde sí tuve la oportunidad de estar fue en la Feria del Libro Independiente de Cantabria (Flic!) que se celebró en julio de ese mismo año, y en donde disfruté mucho.
Al año siguiente, las casetas de las librerías no querían a una autora novel con un libro que tenía ya un año, así que me mojé las ganas en el café, como hacía María en la canción de Mecano Cruz de navajas. Vale, María se moja las canas, lo sé, pero yo siempre he entendido «ganas».
Me empezaba a picar el gusanillo de poder firmar en la FLM, como madrileña que la ha conocido y vivido toda la vida, y me dije que con alguna novela lo conseguiría, deseé incluso que fuera con la siguiente.
Pero tampoco tuve suerte con Neurogénesis, ya que salió publicada un 1 de junio de 2015 y para la librería con la que quería firma mi editorial de aquel entonces, Algón Editores, no quería arriesgarse por si se retrasaba. En fin… Esta vez no solo mojé en el café las ganas (y las canas) sino también la rabia. Salió a la venta el día exacto que habíamos anunciado, podría haber tenido perfectamente una firma, pero… no pudo ser. Otra oportunidad «perdida».
Entonces, unos años después, me llegó una gran oportunidad gracias a la editorial {Pie de Página}, que me ofreció reeditar Fotografiar la lluvia. Saldría en marzo, ¡llegaría a tiempo para poder estar en la FLM! No me lo podía creer. Y no me extraña, porque tampoco tuve la oportunidad. ¿Por qué? Haz memoria: marzo de 2020… ¿Te suena? Claro, cómo no…
La Feria de Madrid se canceló por la pandemia de covid-19.
¿Sería yo la gafe?
Y llegaron Las insurrectas…
… para cambiarlo todo. Porque mi tercera novela, Las insurrectas: cicatrices, editada por Les editorial, ha cambiado muchas cosas. Entre ellas, poder firmar en la FLM por fin. Pero por poco.
Me explico. La novela salió a la venta en noviembre, así que digamos que no se trataba de una novedad «reciente» cuando se celebró la 80ª Feria del Libro de Madrid, aplazada a septiembre. Pero gracias a la persistencia de mi editora pude tener un huequecillo en la caseta de la distribuidora. ¡No me lo podía creer cuando me confirmó la fecha!
Firmé el 15 de septiembre, ¡estoy por tatuarme esa efeméride!
Bueno, no, que el séptimo tatuaje que me haga quiero que sea algo diferente aunque también relacionado con mi oficio (aún no he decidido el qué).
Así que allí estaba yo, en Madrid, mi tierra, el 15 de septiembre, con un montón de «bolis chulos» (a imitación y consejo de Conchi Regueiro) en la caseta número 46 de Distriforma. ¡Menudos nervios pasé!
¿Cómo fue mi primera vez en la FLM?
Como te comentaba al inicio del post, al principio me sentí muy rara, casi como una intrusa, como una impostora, como si no hubiera un motivo real que me hiciera estar allí, detrás de la caseta, siendo yo quien veía a la gente curiosear en vez de ser la curiosa. Pero allí estaban los ejemplares de Las insurrectas: cicatrices para recordarme que no era un sueño, que aquello era real.
Estaba muy ilusionada en aquel momento a pesar del síndrome del impostor. No es que me imaginara una fila de lectores ávidos por tener mi rúbrica pero sí esperaba más oportunidades. Veía a la gente pasar, algunos miraban y otros no, y muchas personas me pedían libros y precios pensando que formaba parte de la distribuidora. Me empecé a desilusionar, aunque en todo momento había sido realista con respecto a lo difícil que es tener visibilidad, que los lectores se acerquen a conocerte y le den una oportunidad a tus novelas. Sí, es muy difícil, y en las ferias de este calibre aún más. Por lo general las firmas que busca la gente son las de los autores consagrados, influencers y nombres de moda. Repito, por lo general.
También hay gente que da una oportunidad a los escritores menos conocidos y a los noveles. En este sentido me llevo una experiencia muy especial, porque hubo varias personas que sí se animaron a conocer a mis insurrectas, y por ende a conocer mi nombre.
No una sino ¡dos!
Tuve una segunda oportunidad de firmar en la FLM esa misma semana en la caseta de la librería Berkana. Me hicieron un huequecito el domingo 19 a mediodía. Al ser una librería especializada en literatura LGTBI, vi acercarse a muchas personas muy diversas del colectivo. ¡Cómo me habría gustado hablar con todas ellas! Creo que disfruté más de eso que de estar a ese «otro lado» de la caseta.
De nuevo, me sentí un tanto extraña y tuve un poco de pánico. No sabía muy bien qué hacer. Para bien o para mal, no se me da demasiado bien «venderme» en las distancias cortas, me puede la vergüenza. Sonreí todo lo que pude, tratando de que se advirtiera a pesar de la mascarilla, fui todo lo amable que supe y conjuré a quien fuera por que se me gastara la tinta de los bolis.
De nuevo, el café. Pero aun así, y haciendo balance general de la experiencia, me siento orgullosa y feliz de haber estado allí y de haber tenido la oportunidad de vivir la Feria desde otra perspectiva. Como una escritora de verdad.
Por cierto, casi se me olvida contarte que las dos veces coincidí en franja horaria con Rosa Montero. El miércoles pude acercarme a la caseta donde ella firmaba. Pero no le dije que yo había estado casi enfrente de ella.
Bueno, no sé si esperabas otro relato. Sé que he jugado con el título de este post para llamar tu atención, para animarte a que abrieras la página y me leyeras. ¿He sido un poco tramposa? Depende de lo que hayas esperado al entrar…