Conocí “Los lugares pequeños” porque asistí a la presentación del libro que se hizo en Agapea, el pasado 23 de mayo, tras ver un recorte de prensa y sin conocer a priori ni quién era el autor ni la trama del libro. Una vez allí me enteré de que Paco Tomás, el artífice, había trabajado como redactor en el periódico en el que yo trabajo antes de mi incorporación (actualmente es columnista en el suplemento “La Almudaina” que se publica los domingos), y de hecho allí me encontré con algunos compañeros, entre ellos Pilar Garcés, que hacía de introductora y analista de la novela.
El evento fue muy enriquecedor y divertido, no solo por la forma como se habló de la obra, desgranándola lo justo para despertar interés, sino también porque contó con la actuación de Vivian Caoba, que nos deleitó con un peculiar popurrí de canciones, supuestamente algunas de las que Fidel Ruesga, protagonista del libro, graba en un cassette para la chica que le gusta.
“Los lugares pequeños” es un collage, una novela compuesta de fragmentos, a veces largos, a veces más cortos, que se suceden de forma atemporal, dando saltos hacia atrás y hacia adelante en el tiempo, sin saber muy bien cuál es el presente. Esos fragmentos van componiendo a pequeños pasos la vida de Fidel, un hombre entrado en la cuarentena que en principio podría ser cualquiera de nosotros. Nos podemos llegar a sentir muy identificados en muchos de los planteamientos, pensamientos y sentimientos del protagonista, hasta el punto de empatizar con él incluso en las situaciones más inusuales. Y si eres torpe y/o si te has criado en un lugar pequeño, más conectarás con Fidel.
[su_quote]La torpeza asedia cada día. Y la vida acaba asimilando su presencia y acomodándose a ella como el agua a los moldes que le dan forma al hielo.[/su_quote]
Sin embargo, a medida que avanza la historia, o mejor dicho: a medida que vamos pegando esos pedacitos de la vida del protagonista, y comenzamos a hilar su historia, a comprender cómo es él y por qué ha llegado a ese punto, vamos reconociendo una parte sumamente oscura que al principio quizá tratemos de justificar. Todos, en efecto, tenemos un lado oscuro, muy oscuro, o tal vez no tanto, pero ¿hasta qué punto esa parte más oscura nos convierte en monstruos? Porque pensamientos negativos, destructivos e incluso crueles los tenemos todos, pero ¿cuál es el límite? ¿En qué momento somos conscientes de que son solo eso: pensamientos, o decidimos dar un paso más y los convertimos en actos? En Fidel ese lado oscuro ocupa la mayor parte de su temperamento y le llevará a hacer cosas crueles, insospechadas, ¿humanas?
[su_quote]Dicen que en los lugares pequeños nunca pasa nada interesante. Los que dicen eso no comprenden que en la vida solo sucede aquello que provocamos.[/su_quote]
Se trata de una obra original por su estructura, por la mezcla de pasado y presente y porque somos partícipes de la composición de un ambicioso collage que Fidel está realizando en la pared de su salón, porque esos pedacitos, a excepción de las pocas fotografías de familia que emplea, están hechos de nuestros propios recuerdos, al menos de los que nacimos o vivimos los 80. Fidel tiene un punto entrañable, tanto como para llorar con “Don’t you (forget about me)” de Simple minds, y a veces es ordinario, muy ordinario, pero de una forma incluso humana, por eso quizás nos sorprende de él la crueldad con la que a veces actúa, egoísta y sin remordimientos.
[su_quote]La gente cree que en los lugares pequeños todo el mundo se conoce. Que yo esté aquí, ahora mismo, escribiendo esto, demuestra que no siempre es así.[/su_quote]
De lectura ágil pero intensa, “Los lugares pequeños” es una novela que no deja indiferente y cuyo final hace que te plantees muchas incógnitas, sobre Fidel y sobre tu propia vida.