Hacía mucho que no me enganchaba tanto a una historia, una trama que se desarrolla a lo largo de tres novelas: Persona, Trauma y Catarsis, de Erik Axl Sund. Se trata de una trilogía escrita a cuatro manos (detrás del seudónimo están los autores suecos Jerker Eriksson y Hakan Axlander Sundquist) que aborda el tema de la pederastia de una forma directa, sin adornos, florituras ni maquillaje, por lo que en algunos momentos resulta bastante “dura” de leer. Refleja, en definitiva, esa cruda realidad, más retorcida y perversa de lo que podríamos llegar a imaginar, y demasiado habitual, más de lo que creemos.
Pero aparte de ese tema principal que copa el hilo argumental, están las historias paralelas y los distintos personajes, todo un maremágnum que engrandece la trilogía y por lo que me siento fascinada.
Persona, trauma, catarsis
Con respecto al estilo, la forma de narrar te atrapa desde un principio. En el primer libro, Persona, choca en algunos capítulos los cambios de narrador y tiempo verbal, en algunos incluso entra la frase sin mayúscula inicial. Esto desorienta en un primer momento, pero en seguida reconoces quién está hablando y qué nos está contando. Esta primera parte está llena de flashbacks que nos ponen en antecedentes y que ya nos crean un nudo en el estómago. Las otras dos novelas son más lineales y están más unificadas en cuanto al estilo, aunque también hay algunos flashbacks que nos ayudan a seguir recomponiendo la trama. Me llamó la atención el uso de algunos términos que no suelen ser habituales, al menos en las lecturas que he hecho últimamente. Entiendo que esto es mérito de quien ha traducido la trilogía, y que en mi opinión la enriquece.
En cuanto a los personajes, considero que todos y cada uno de ellos están perfectamente posicionados en la historia y construidos, no hay ninguno (ni siquiera los secundarios) que sobre o desluzca. Tengo que destacar, cómo no, el combo protagonista: la inspectora Jeanette Kihlberg y la terapeuta Sofia Zetterlund, y algunos de los personajes más cercamos e importantes, como el inspector Jens Hurtig, el fiscal Von Kwist o Ulrika Wendin. También lucen los malos malísimos de la historia, repulsivos y a veces patéticos pero de los que a veces te llegas a apiadar (en pocos momentos, claro). Mención especial al personaje de Victoria Bergman, tan complejo e indescifrable, y de quien a veces te compadeces y a veces odias, es un personaje redondo, tan bien construido que llegas incluso a ponerte en su lugar y ser uno de sus múltiples rostros.
Más allá de Victoria Bergman
Y ahora es cuando vienen algunos spoilers…
Si aún no has leído esta trilogía pero te apetece hacerlo, te recomiendo que no sigas leyendo, por si rompo las expectativas. Si no la has leído pero tampoco piensas hacerlo, puedes seguir leyendo, porque quién sabe, a lo mejor te convenzo de lo contrario. Y si ya la has terminado, perfecto, a ver si opinas lo mismo que yo…
Uno de los grandes atractivos de esta trilogía es el modo como se desarrolla la historia. Los autores te introducen en una suerte de laberinto de espejos en los que crees ver reflejados los acontecimientos tal y como han ocurrido. Pero no. De pronto hay giros de trama y engaños por parte de los confusos recuerdos de Victoria Bergman que te sorprenden una y otra vez, hasta el punto de sentir que ya no sabes cuál es la verdad. Pero ¿hay una verdad absoluta? Sí, hay una sucesión real de acontecimientos, y por supuesto están los hechos delictivos y repugnantes, aparentemente sin conexión, que investiga la policía sueca. ¿Sin conexión? Todo está finalmente conectado, y el colofón te deja con la boca abierta. Yo al menos me quedé con un regusto amargo, aliviada por saber el desenlace pero al mismo tiempo conmovida, revuelta y… algo triste.
¿Triste por qué? Por supuesto porque nada de esto sale de la cabeza creativa de estos dos autores sino que por muy inverosímil, cruel o abominable que nos pueda parecer, hay gente así, ahí sucesos así, existe esa crueldad, esa frialdad, esa falta de humanidad, esa perversión… Y podría seguir poniendo apelativos y adjetivos, sería un nunca acabar. Me refiero a los abusos sexuales a menores. Tampoco quiero adentrarme demasiado en el tema. Por ese lado lo dejo aquí.
Triste por el final, por la historia alrededor del trauma y la locura (o falta de cordura). No quiero desvelarlo por si acaso, aunque haya avisado de antemano. Pero la pregunta es: ¿qué pasa entre Sofia y Jeanette? ¿Qué ocurre tras desaparecer la Sonámbula? ¿Puede hacer Victoria Bergman borrón y cuenta nueva, olvidarse de todo, comenzar de cero y no tener ni una pizca de melancolía o de amor?
Tándem Jeanette-Sofia
Como imaginarás, la subtrama que me ha encantado es la de la extraña relación entre Jeanette y Sofia. Esa atracción y esas conversaciones, esa química y ese “no sé lo qué hay realmente” (aparte de cenas, vino, sexo y conversaciones sobre psicópatas). Me gusta cómo han tratado los autores tal tema, con total normalidad, incluso la reacción de Hurtig cuando prevé lo que está sucediendo. Esa relación es como un oasis en medio del horror, aun cuando descubres quién es la terapeuta y cuál es su relación con Victoria, más aún quizás cuando empiezas a comprender, a pesar de la mentira (o de la ausencia de verdad).
Relaciones no normativas, y algún personaje igualmente no normativo que prefiero no desvelar, por si acaso…
Descifrada la persona y superado en cierto modo el trauma, llega la catarsis, no solo para Victoria Bergman, cuando todos sus rostros se funden y solo queda a la vista el primigenio, sino también para el lector. Aunque en nuestro caso no es completa.
Yo, al menos, me quedé con la boca abierta y con ganas de una continuación, al menos para saber si hay perdón.
Es de esas historias de las que me pondría a escribir un fanfic…