Lluvia Beltrán

Escritora de realismo y distopía social con contenido LGTBIAQ+

El atracador educado

Ladrón

Basado en hechos reales….

Anoche, tarde, como siempre, a la salida del trabajo. Solo quería llegar a casa y desconectar, leer un poco, dormir.

Con un poco de retraso me di cuenta de que se me acercaba un tipo de mediana edad, quizás treintañero, sin malas pintas. Me preguntaba algo, le miré, y me dio mal rollo al darme cuenta de que llevaba algo en la mano, no supe muy bien qué; parecía una llave inglesa, luego creí apreciar una especie de tubo, como un recambio. Me habló de usted, me llamó “señora” y me pidió un cigarro, con educación. Le aseguré que no fumaba, no una sino dos veces, y él me regañó por no hacerlo. No entendí nada.

Me apresuré a poner las llaves en la moto y arrancar, pero cuando quise darme cuenta aquel tipo ya estaba a mi altura. Me preguntó si le daba una vuelta en la moto, le respondí que no. Intenté acelerar, entonces me sujetó la mano, la misma que debía girar el manguito de la moto para acelerar, y me la bloqueó. Fue entonces cuando empecé a asustarme.

Me preguntó si le daba la moto, así sin más, como antes me había pedido un cigarro, con el mismo tono, con palabras similares. De nuevo, le dije que no. Intenté acelerar, a pesar de su mano impidiéndomelo, y antes de que pudiera reaccionar, él quitó las llaves del contacto y las sujetó con fuerza.

Me dijo que estaba enganchado a las drogas y que necesitaba dinero. Me preguntó si podía darle cinco euros, prometió devolverme las llaves si se los daba. Aseguró que él siempre cumplía su palabra, y que necesitaba el dinero. Volvió a justificarse asegurando que estaba enganchado a las drogas.

Le pregunté si de verdad me devolvería las llaves si le daba el dinero, quería asegurarme. Él volvió a garantizar que cumpliría su palabra, incluso se ofreció a darme un beso si se lo daba, ya que, según él, le iba a hacer muy feliz ayudándole.

Eché mano de mi mochila, tratando de guardar la calma. Para mi sorpresa, no me temblaron las manos, supe guardar la compostura y actuar como si aquel tío y yo hubiéramos llegado a un acuerdo de forma cordial, sin presiones. No quería su beso, ni sus gracias, solo quería recuperar mis llaves e irme de allí.

No tenía cinco euros sino diez. Lo recordé antes de sacar el monedero, pero estaba claro que no pensaba pedirle el cambio. Y con el billete en la mano, le pedí nuevamente que prometiera devolverme las llaves si se lo entregaba. Me lo prometió.

Me dejó recuperar primero el llavero, y en un acto de legalidad, cumpliendo mi parte del trato, le tendí el billete. No me lo arrebató, simplemente lo esperó, y a continuación se mostró muy contento. Me dio las gracias y volvió a repetirme, en tono lastimero, que estaba muy enganchado. Quizá buscaba algo de empatía además de la pasta.

Encendí de nuevo la moto y arranqué.

Él me pidió un abrazo. Le dije que no. Tal vez fui un poco maleducada.

El atracador educado

4 comentarios en «El atracador educado»

  1. Oh qué maleducada esta rubia, mira que no darle un abrazo y un beso al pobre yonqui, seguro que te hubiera dado los 5 € del cambio…
    En realidad esta gente me da pena, a ppesar de que haga este tipo de cosas para pagar su dependencia.
    Qué susto ¿no? Estoy orgullosa de ti por haber aguantado el tipo, y yo sí quiero darte un abrazo y un beso.

  2. Soy tan caguica que creo que le hubiera dado la moto, en realidad, hubiera acelerado el paso hasta llamar a la policía para que me acompañase hasta mi moto. En fin… Menos mal que siempre aparco al lado de casa xd! Biquiños!

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