El pasado mes de diciembre aproveché mi viaje anual a Madrid con motivo de las fiestas de Navidad para visitar una exposición que tenía pendiente nada más enterarme de que se había inaugurado. Se trata de un homenaje al estilo y obra del polifacético artista asturiano Tino Casal, quien perdió la vida en un accidente de coche en 1991. La exposición, titulada Tino Casal, el arte por exceso, se exhibe hasta el 19 de febrero en el Museo del traje de Madrid. En ella, se muestran alrededor de 200 piezas, entre conjuntos, complementos, portadas de discos, fotografías y obras de arte realizados por el propio autor, y que son, en su mayoría, propiedad de su familia, pero también parte de las colecciones del Museo del Traje y la Biblioteca Nacional, y de otros artistas vinculados a su figura, como Costus, Miguel Trillo, Pablo Pérez-Mínguez, Paco Clavel o Fabio McNamara.
Tino Casal me gusta desde hace años, concretando más: desde que era muy pequeña y lo descubrí en un pequeño vinilo de 45rpm que tenían mis hermanos. Se trataba del single Tigre bengalí. A eso hay que sumarle la primera vez que lo vi en televisión: cantando Eloise, sentado en un trono, con su chaqueta de luces, su barba de chivo y su bastón. No es que su imagen barroca, dentro de los nuevos románticos, y tan adelantada a su época fuera muy de mi estilo, pero aquel artista me llamó poderosamente la atención: su puesta en escena, su voz, sus canciones… Lo que no conocía eran sus otras facetas, porque también fue artista gráfico, productor y diseñador. Esto último lo descubrí precisamente gracias a la exposición.
No quiero adentrarme en la figura de Tino Casal sino recomendaros que visitéis esta muestra si estáis por Madrid. Por supuesto, si no le conocéis, os animo a descubrir sus canciones, también podéis saber más sobre quién estaba detrás del mito en este documental: Tino Casal más allá del tiempo.