¿Qué significa ponerle el final a la historia que llevas tanto tiempo escribiendo? La has tenido en tu cabeza, la has rumiado, la has hecho crecer, la has meditado y has conseguido plasmarla en un documento. Ha llegado el momento de poner la palabra “fin” y sientes algo extraño, una mezcla de euforia y vacío. Quieres terminarla y al mismo tiempo te da pena cerrar el círculo.
Le has dado muchas vueltas al final, o tal vez surgió sin más porque la historia lo pedía, y por fin has llegado a ese momento; sin embargo, en tu cabeza aún añades nuevos diálogos, situaciones complementarias, alternativas, giros, otros posibles finales… Parece que te niegas a deshacerte de la historia porque la sigues llevando dentro, pero necesitas poner ese fin.
Lo escribes, sabes que ya está, que ahora tienes que repasar, darle brillo y esplendor, leer lo ya escrito y mejorarlo, tal vez añadir más cosas, pero la historia está cerrada (o abierta si te has planteado dividirla en varias partes). ¿Y ahora qué? Tendrás que sacarte los personajes de la cabeza, esa historia, pasar página, seguir trabajando en otros proyectos. ¿Cómo conseguirlo si aún late dentro de ti lo que acabas de terminar?
Creo que cada vez que escribo la palabra “fin” tengo todos estos pensamientos, estas emociones, el mismo sabor agridulce. ¿Os pasa a vosotros también?
Aún no he escrito una palabra “Fin” de una novela, pero espero hacerlo algún día, y entonces te diré cómo lo siento yo. Biquiños!
¡Claro! Me gustaría saber qué sienten los demás autores.
Un beso, guapa
Ay los finales, creo que son tan complicados como los inicios porque a veces nos arrastran a la deriva y no nos permiten llegar ni a un lado ni a otro.
¡¡¡Totalmente de acuerdo contigo, prima!!! 😀
¡Besotes!
Yo creo que son aún más complicados que los principios, por eso mismo que dices que nos pueden arrastrar a la deriva y cargarse toda la historia. Además, los comienzos nos llenan de ilusión y los finales son agridulces ;-P
Besotes, primo
Hola, Lluvia.
El pasado día 5 de febrero presenté en MADRID mi novela y en mi discurso decía exactamente igual que tú comentas en esta maravillosa entrada. Yo añado a tu entrada, lo que mi amiga PILAR, que estuvo en la mesa y leyó el prólogo que ella hizo a mi novela, que al hacer tuyos los personajes, al amarlos, odiarlos, al sentir que son tus “hijos”, cuando estos vuelan con la palabra FIN, te quedas vacía, desinflada. Y dices… ¿Y ahora, qué…? Un abrazo desde Madrid y gracias por tu maravilloso blog. Nos leemos. Aida del Pozo.