Adiós, querida Itziar Castro
A veces la vida te depara sorpresas agradables, placenteras, motivadoras, y otras, en cambio, te pega un mazazo en todo el corazón que te deja sin resuello o en estado de shock. Así me siento yo hoy, un poco aturdida, como si aún no hubiera despertado del todo.
Escribo desde el viernes 8 de diciembre. Es 2023. Aún. Lo especifico porque no sé cuándo me leerás, o cuándo volveré yo a leerme. Hoy se supone que, aun siendo festivo, es un día más de trabajo, un poco más retante que otros quizás, o no. Espero que sea tranquilo. Lo que no va a ser es otro día más. Algo ha cambiado.
Anoche murió Itziar Castro y me he enterado esta mañana. No me lo podía creer, aún no me lo creo. No la conocía personalmente, pero ya sabes que a veces, gracias (o por desgracia) a las redes, parece que algunas personas son amigas íntimas, o cercanas. Muchas son una suerte de ídolas. Un ejemplo a seguir. Como era Itziar. La seguía desde hace un tiempo, un año, tal vez dos, y me maravillaba su (aparente) fortaleza, su forma de hablar, sus valores. Un ejemplo a seguir, sí, me da igual lo que se pudiera opinar sobre ella a nivel estético. El puto culto al cuerpo, la delgada línea que separa la biología de eso a lo que consideramos saludable o salud o enfermedad. No he querido leer opiniones de haters, de esos cuñados que solo se pronuncian para hacernos creer que saben más que el resto y que todo es odioso menos ellos.
Pienso en esa mujer, un año más joven que yo y tan llena de vida, y me sorprende que ya no vaya a estar más. Como decía al principio de este texto, a veces la vida te depara sorpresas agradables, pero a veces se empeña en concederle a la muerte el deseo de llevarse a los mejores, a los que más nos hacen falta, a los que hacen de este mundo un sitio mejor y un poco más llevadero.
Se ha ido un referente. Siento una pérdida porque a veces me sostengo con esos perfiles que expresan lo que yo no sé decir con palabras, que se exponen y luchan y abren camino. Personas a las que envidio porque yo no me atrevo a hacer algo así, pero a las que también compadezco por la cantidad de odio que vierten sobre ellas. O compadecer tal vez no sea la palabra. Es mezcla de compasión, rabia y admiración. ¿Hay alguna palabra que abarque todo eso? Yo no podría sobrellevar tantas críticas negativas, tantas burlas, tanto vómito, tantas palabras huecas de seres despreciables. ¿Qué mente es capaz de hacer que todo eso le resbale )si es que en realidad le resbala)?
No sé si Itziar, como otras muchas personas que tienen que soportar algo así como precio a pagar por su visibilidad, era tan fuerte mentalmente, pero, sin duda, luchó como una fiera contra todo ello, por imponerse, por hacer lo que más le gustaba: actuar, y también por sus derechos como mujer, como lesbiana, como gorda. Y pronuncio esta palabra desde el mayor respeto. Un respeto desde otra gorda, arropándome con la palabra para restregársela a quien quiera usarla como arma arrojadiza. No le daré ese placer, hoy no.
Tengo que darle las gracias a ella y a tantas personas, porque son quienes luchan por los que no nos atrevemos a asomarnos, las que pelean y ofrecen un discurso coherente y se exponen y reciben los palos, protegiéndonos a quienes, por detrás, esperamos a que las cosas mejoren. Ojalá pudiera, supiera y me atreviera a hacer mayor activismo que el de escribir o subir fotos a redes sociales o reivindicar cuidando muy mucho las palabras lo que considero justo. Ojalá… Pero sigo tras este ordenador, tecleando, exponiéndome con mucha timidez, expresándome bajo un pseudónimo con el que no pretendo ni quiero fingir quien no soy, pero que en el fondo me aporta fortaleza. El porqué, no lo sé.
Este era un post que quería escribir expresando mi abatimiento por la muerte de Itziar Castro sin caer en palabras manidas ni es falsos pesares que se pueda llevar el viento. Un viento que hoy amenaza tormenta. Normal. Hoy es un día triste. Se ha ido alguien importante, y la vida nos demuestra que no es justa, que no le importa tampoco la justicia. Deja que la muerte se lleve a quien se le antoja, y no me sorprende que se encaprichara de alguien como Itziar Castro. Es muy sabia esta muerte, mucho más que la vida, nos deja a los seres despreciables porque a ella no le aportan nada. Así que es tarea nuestra enfrentarnos a ellos, a esos seres que se empeñan en hacernos creer que somos inferiores, que estamos de prestado, que ellos son los ganadores. El problema es que se nos van yendo piezas muy importantes en la jugada. Jaque mate.