Lluvia Beltrán

Escritora de realismo y distopía social con contenido LGTBIAQ+

Sobre El cuento de la criada

Elisabeth Moss es Defred en la serie

Hace unas semanas que se ha estrenado la segunda temporada de «El cuento de la criada» en HBO España. Por si no sabes de qué te estoy hablando (aunque estoy segura de que sí), se trata de una serie basada en el libro homónimo de la escritora canadiense Margaret Atwood, quien, por cierto, está involucrada en la producción para TV.

Atwood es muy conocida, aparte de por sus novelas distópicas, por su defensa de los derechos humanos, la libertad de expresión y la preservación del medio ambiente. De hecho le han concedido diversos premios tanto por su trayectoria como por su activismo, entre otros el premio Príncipe de Asturias de las Letras 2008. Y es probable que últimamente hayas visto entrevistas suyas hablando sobre feminismo.

La primera edición de la novela, The handmaid’s tale, salió a la venta en 1985, y el año pasado volvió a “ponerse de moda” gracias a su producción para televisión. Yo por mi parte, te confieso que descubrí tanto la obra como la escritora gracias al estreno de la serie. Cuando me recomendaron verla por activa y por pasiva, decidí hacerme primero con el libro, ya que la trama había llamado poderosamente mi atención. ¿Por qué? Ya no solo por el contexto que desarrolla y el papel de la mujer en la trama sino, y sobre todo, porque me recordó “demasiado” lo que hacía apenas un año había estado escribiendo hasta componer una novela.

No es que las dos historias se parezcan, simplemente es que la situación en la que se desarrollan es parecida por el nivel de degradación y esclavitud de las mujeres en pleno siglo XXI, habiéndose producido una involución espantosa tras décadas de progreso y empoderamiento. Derechos y libertades de las mujeres a la basura de un solo plumazo (o de varios).

El resto: personajes, vivencias y trama en general, no coindicen. Pero que se hubiera “puesto de moda” esta historia siendo tan dura como parecía, y contando lo que cuenta, me daba cierta esperanza (no por disfrutar con tanta misoginia, ya me entiendes).

¿Gustará también mi novela? ¿Será creíble? ¿Tendrá su público?

Lo que no quiero, desde luego, es que se piense que de algún modo es una copia, porque no lo es. Palabrita…

Pero realmente no es de mi obra de lo que quiero hablarte… ¡Vuelvo a la historia de Margaret Atwood!

Defred amordazada.
Defred amordazada. Foto: Filmaffinity

Sobre la novela El cuento de la criada

Por si no estás familiarizado con ella, atento a lo que reza su sinopsis, que no tiene desperdicio:

Amparándose en la coartada del terrorismo islámico, unos políticos teócratas se hacen con el poder y, como primera medida, suprimen la libertad de prensa y los derechos de las mujeres. Esta trama, inquietante y oscura, que bien podría encontrarse en cualquier obra actual, pertenece en realidad a esta novela escrita por Margaret Atwood (Premio Príncipe de Asturias de las Letras 2008) a principios de los ochenta, en la que la afamada autora canadiense anticipó con llamativa premonición una amenaza latente en el mundo de hoy.

En la República de Gilead, el cuerpo de Defred sólo sirve para procrear, tal como imponen las férreas normas establecidas por la dictadura puritana que domina el país. Si Defred se rebela —o si, aceptando colaborar a regañadientes, no es capaz de concebir— le espera la muerte en ejecución pública o el destierro a unas Colonias en las que sucumbirá a la polución de los residuos tóxicos. Así, el régimen controla con mano de hierro hasta los más ínfimos detalles de la vida de las mujeres: su alimentación, su indumentaria, incluso su actividad sexual. Pero nadie, ni siquiera un gobierno despótico parapetado tras el supuesto mandato de un dios todopoderoso, puede gobernar el pensamiento de una persona. Y mucho menos su deseo. Los peligros inherentes a mezclar religión y política; el empeño de todo poder absoluto en someter a las mujeres como paso conducente a sojuzgar a toda la población; la fuerza incontenible del deseo como elemento transgresor: son tan sólo una muestra de los temas que aborda este relato desgarrador, aderezado con el sutil sarcasmo que constituye la seña de identidad de Margaret Atwood. Una escritora universal que, con el paso del tiempo, no deja de asombrarnos con la lucidez de sus ideas y la potencia de su prosa.

¿Has leído algo de Atwood con anterioridad? Para mí es la primera lectura que hago de esta autora, y aunque su prosa me ha gustado y me apetece leer otros libros que me han recomendado de ella, en realidad El cuento de la criada se me hizo algo tedioso. Para mi gusto el ritmo es lento, a veces me daba la sensación de que la historia no avanzaba o que no se sabía mucho sobre qué estaba sucediendo en realidad. Entiendo que la intencionalidad es generar angustia y sensación de claustrofobia, pero en mí provocaba una larga cuesta empinada.

Portada de El cuento de la criada.
Portada de El cuento de la criada.

Los flashbacks de la vida de la protagonista me parecieron más fascinantes que el relato del presente. Quizá porque soy poco amiga de las descripciones, y el personaje se recrea en ellas. Hay que tener en cuenta, no en vano, que el libro fue escrito a mediados de los 80, por lo que el estilo no puede ser igual a según qué novelas actuales.

Lo que me parece más destacable y perspicaz es el hecho de que, para crear la historia, la autora tomara tanto el contexto sociopolítico que estaba viviendo (en aquella época vivía en Berlín, aún dividida en dos por el maldito muro) como las características de diversos fascismos. Lo tremendo es que hoy en día su propuesta nos parece mucho más realista de lo que podía haber sido en aquella época. ¿Por qué? Quizás porque en el fondo no hemos avanzado tanto y, de hecho, muchos de esos fascismos están volviendo, al igual que un nuevo machismo.

¿Podría existir Gilead? Juzga por ti mismo analizando la actualidad y las opiniones que vierte mucha gente en los medios, sobre todo en los de derechas. Por este y otros muchos motivos, creo que la lectura de esta novela es imprescindible.

¿Puede ayudar a tomar conciencia sobre la opresión de la mujer? Yo creo que sí, y que, como poco, hace reflexionar sobre lo que significa que traten de anularte en todos los sentidos, que te arrebaten hasta tu nombre.

Sobre El cuento de la criada llevado a la TV

Por el contrario, la serie me parece que tiene un ritmo más rápido y que, aunque sea con pinceladas que va desarrollando a lo largo de la primera temporada, avanza mucho más, se adentra en los personajes y en el día a día de Gilead. Claro que también es lógico: los tiempos han cambiado, los desarrollos de las ficciones son diferentes y, además, después de tantos años supongo que la autora ha analizado y revisado su obra desde otra perspectiva, ha jugado a actualizarla y mejorarla. De hecho la serie engrandece mucho el libro y lo enriquece.

Imagen de la serie El cuento de la criada.
Foto: Filmaffinity

Por ejemplo, en el libro no se sabe el nombre de la protagonista y apenas arroja luz sobre la vida anterior de los otros personajes, mientras que en la serie se cuenta mucho más, incluso se habla del marido de Defred, de su mejor amiga (Moira) y de otras criadas que en el libro parece que solo están de paso.

He empezado a ver la segunda temporada y me parece más oscura si cabe y turbadora que la primera. Más lenta también, como si quisieran estirar la gallina de los huevos de oro. La primera temporada termina en el mismo punto en el que acaba la  novela de Atwood (eliminando un epílogo del que prefiero no hablar para no hacerte spoiler). Por eso, en esta segunda etapa de la historia de Defred, todo lo que acontece es nuevo, ideado por los guionistas, supongo que amparado por la propia autora. Y, sinceramente, para mi gusto va perdiendo la esencia del libro, vuela demasiado libre.

De hecho, muchas personas  han empezado a clasificar esta segunda temporada como «porno de tortura». No estoy muy de acuerdo con esta afirmación, si bien es verdad que parece recrearse bastante en la agonía de las mujeres, la crueldad y el desasosiego, apelando no solo al horror y la compasión del espectador sino también a su fidelidad por sus deseos de que haya justicia.

Un espejo de la realidad

Al reflexionar sobre la trama de El cuento de la criada, tanto la novela como la producción televisiva, pienso en lo que tiene de distopía, ya que me parece demasiado cercana a la realidad. Un realismo inquietante, como ya te comentaba en mi anterior post. En la historia se reflejan muchos de los problemas actuales, quizá no tanto en nuestro territorio (¿o sí?) pero sí en mayor medida en otros continentes. Algo que podría parecernos impensable en pleno siglo XXI en países desarrollados. Tal vez por eso mismo nos parece tan turbadora, porque lo que nos plantea no es muy descabellado, y, además, hasta hace relativamente pocos años aún sufríamos situaciones parecidas en nuestras carnes. Hablo por ejemplo del vapuleo de las mujeres por el simple hecho de serlo, o de lo que se vivió durante la Guerra civil y la posguerra.

¿No te parece que es un espejo de aumento de nuestra propia sociedad?

Castigo para las criadas por desobedecer
Castigo para las criadas por desobedecer. Foto: Filmaffinity

 

Sobre El cuento de la criada

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