En muchas películas de miedo, y en tantas otras novelas del género o de suspense, o de novela negra, suele pasar que nos presentan a un psicópata estereotipado, o novedoso, que es malo malísimo y cruel como él solo. El personaje puede estar muy bien creado y dar mucho miedo, o al revés: que logren que empaticemos con él. Pero muchas veces no hay un antes ni un por qué. Es decir: de pronto el psicópata estaba allí. Y punto.
Esta reflexión me ha venido varias veces a la cabeza, porque odio cuando no se da una explicación o motivo por el que tan cruel personaje hace lo que hace o aparece donde aparece. Una película o una novela pueden estar muy bien construidas, ser originales, darnos mucho miedo… pero si se olvidan ese tipo de detalles, a mí, al menos, me dejan con mal sabor de boca, como si estuvieran incompletas o no hubieran sabido construir la historia. No pido que cuenten de cabo a rabo todo: obra y milagros, personalidad y motivos; pero sí al menos una explicación de por qué de repente aparece en escena ese personaje que se dedica a matar con frialdad sin ton ni son, o con criterio, que puede que lo tenga. Que digo yo que de alguna forma habrá llegado hasta allí. Motivos concretos tal vez no haya, a lo mejor mata porque odia a la humanidad, o porque disfruta, pero esto podrían explicárnoslo de algún modo aunque sea de forma sutil.
De esto pecan sobre todo los películas, quizás por el metraje limitado, o por falta de presupuesto para mejorar el guión, quién sabe.
Hace poco vi una película que me gustó bastante y me mantuvo en vilo, pero al final me quedé un poco de vacío por esa sensación de que el psicópata pasaba por allí, y ya que estaba pues mataba el aburrimiento… bueno, no… ¿mataba por aburrimiento? Algo así, quién sabe.
En las novelas hay que justificar las cosas más que en la realidad, salvo el desencadenante inicial, los lectores no solemos tolerar muy bien el “porque sí” o “la casualidad”. Biquiños!
ES cierto, en las novelas más que en el cine no se puede dejar sin justificar este tipo de personajes, y de hecho no suele ser tan habitual el “porque sí” como la casualidad. Esta abunda bastante por su “sencillez”, falta de trabajo o lo que sea.
Besos, rubia.