Querer escribir y que no te salgan las palabras, tan solo el comienzo de una pregunta: ¿y si…?
¿Y si las cosas hubieran sido diferentes? ¿Y si no me hubiera entretenido? ¿Y si te hubieras entretenido, o si no? ¿Está todo escrito, y si no? ¿Y si hubiera ido por última vez a verte? ¿Y si te hubiera llamado para despedirme? ¿Y si no eras tú quien tenía que irse, y si era yo? Dime, ¿por qué es tan injusta la vida, tan frágil, tan efímera y a la vez eterna? ¿Y si hubiera decidido esperarte? ¿Y si te hubiera dicho que sí? ¿Y si nos hubiéramos ido juntos? ¿Y si ahora estuviera allí contigo?
Tantas preguntas sin responder, tantas dudas, tantos cabos sueltos, tantas posibles soluciones… pero al final hemos llegado a la misma conclusión, y es que por mucho que nos preguntemos los posibles caminos, no podemos elegir dos veces el destino.
Podría dedicarte algo mejor, pero esto es lo que hierve ahora mismo en mi cabeza.